Me paro y luego sonrío.

Cuando los días transcurren y son tan extraños como estos últimos, tengo que pararme un minuto a respirar, analizar lo que está ocurriendo, sé que no todo es malo y que algún sentido tiene cuando ocurre, nada sucede sin razón. Pero hay momentos en los que la vida se hace dura, oscura…pesada, y cuando consigo al fin levantarme y vuelvo a caer, es cuando pienso que el dolor no tendrá fin, que la vida es un mal chiste, ahí es cuando siento que el mundo gira demasiado rápido, que soy demasiado frágil y pequeño, que el dolor es un estado permanente al que debo acostumbrarme. Medito cada paso, cada acto, cada proyecto... intentando no volver a caer, aunque no sé donde estuvo el punto de inflexión, cuál fue la causa de que hoy esté así,…o quizás no lo quiero ver… Cada persona siente de forma distinta pero creo que el peor dolor debe ser no poder sentir amor,…. y me consuelo pensando que siempre podría estar peor, es cuando siento que no hay castigo más grave que una vida sin verte, dolor más profundo que tu ausencia, infierno más negro que tu indiferencia, el paraíso más simple…tenerte.