Sensaciones II.

Despierto en medio de la noche, la casa me saluda con un crujido que rompe un silencio pesado, gris, y tan profundo que parece que el aire no pudiera escapar de él, siento que mi espalda me retiene pegado al colchón, casi fundido en él, intento incorporarme y las fibras de mis hombros se tensan debido al esfuerzo. Una bola de niebla crece en mi interior y se va haciendo más grande, ya rodea mi cuerpo, entonces abro mi cofre de alegrías, está lleno de esferas de colores, azules como el mar, verdes como la hierba, marrones como la tierra húmeda, doradas como el sol… cojo una y la sostengo entre mis dedos, su brillo blanquecino me relaja…ahuyenta la niebla, la trago y mi cuerpo reacciona, se llena de luz que ilumina la oscuridad, mis ojos se convierten en faros que atraen sueños, que los guían hacia mí y la tensión de mis brazos disminuye, vuelvo a la calma, esa que me hace flotar en el aire y que cambia la polaridad de los imanes que me retienen para lanzarme hacia arriba, traspaso el techo y mi brillo se va haciendo más intenso conforme asciendo hasta quedar suspendido en el firmamento, al lado de la luna.