Hace un tiempo escribí una entrada que se titulaba "Cuando el alma muere", no se la razón pero me puse frente al ordenador y mis dedos la teclearon, era una entrada larga y la corté. Hoy la he encontrado y me ha gustado por eso os la vuelvo a poner junto con parte de lo que corté...sigue pareciéndome larga quizá más adelante la ponga al completo. La parte oscura es lo que ya publiqué. Ahí os va una parte más.
María estaba triste, decaída, llevaba muchos días así, su mente era un torbellino de recuerdos, de historias vividas, de sentimientos callados, pero ahora todo le parecía falso, se sentía actriz, más bien títere, ahora todos esos recuerdos solo eran dolores intensos, de esos que el tiempo cura, pero aún no había transcurrido el necesario, a su mente llegaban preguntas, algunas tontas, otras obvias pero todas ellas carentes de respuesta….preguntas, preguntas, preguntas….el tiempo le daría la respuesta a cada una de ellas pero las quería ya, las necesitaba ahora, no conseguía encajar las piezas de su puzle, de ese que todos tenemos en la cabeza. Se preguntaba cómo alguien es capaz de hacer daño a otra persona a sabiendas de que lo está haciendo, sin ánimo de sacar provecho, solo por el mero hecho de hacer daño, como alguien es capaz de tirar por tierra ilusiones, proyectos…sabía que su corazón ya estaba roto, sabía que solo quedaba un fantasma de lo que hubo, una mueca amarga donde antes hubo alegría. El golpe había sido demoledor pero quiso volver a ver su cara, quería ver si llegaba a intuir un atisbo de arrepentimiento, de dolor, de añoranza….de amor.
Quedaron en un café, no quería sitios sin gente, no se fiaba de él pero tampoco de sus propios sentimientos, acudió con una prisa que no entendía, su corazón le decía que allí estaba el hombre de su vida, pero por otro lado su cabeza le decía que todo era perder el tiempo, lo habían hablado hasta la saciedad durante mucho tiempo, él decía entender, comprender, que nadie le había hecho ver la vida así, que cambiaria, le decía lo que ella esperaba oír, pero en el fondo nunca llego ni a entender ni a comprender, no quería hacerlo. Se sentaron en la barra, no quería mesas alejadas pero pese a que la cafetería estaba llena, seguía teniendo miedo….al verlo sus piernas temblaron, un temblor que fue creciendo, llegó a sus manos y para que no lo notara decidió no tomar nada, se sentó y esperó a que dijera algo, en el silencio lo miraba tras las gafas de sol, eran su muro, su cobijo, escrutaba sus gestos, sus ojos, esos ojos en los que creyó ver amor alguna vez, esos ojos que sabía leer, pero en los que solo había una sonrisa falsa, una sonrisa que no decía nada, eran los de un ser vacio, miró a esos ojos que antaño amó, miró leyendo lo que ellos decían y se quedó helada, un segundo le bastó para ver que ni sabía ni sabría jamás, un segundo fue suficiente para ver lo que siempre vio y nunca creyó, un segundo bastó para saber que el fuego jamás será agua, porque quiere ser fuego y la naturaleza no le dejará ser agua, un segundo para ver el futuro, un futuro que le hizo estremecer, un futuro en el que jamás estaría porque ni quería ni podía estar, un futuro sin futuro, un futuro en compañía de la soledad.
Se levantó del taburete, salió de la cafetería y, sin volver la vista atrás, caminó calle abajo, alejándose de allí, alejándose de lo que creía sería su amor imborrable, no era ese cuerpo que quedaba atrás, era el que ella se había creado en su cabeza, pese a ser un sueño, a ese no dejaría de amarlo mientras viviera, notó que los pedazos de su corazón se deshacían en polvo y el viento frio de la tarde los dispersaba en el aire y se dijo: hoy he visto la muerte de mi alma, he ido a sabiendas de que iba a verla, quizá quería engañarme, pero he sido testigo en primera persona, no ha habido ninguna mano que me retuviera. Quizá necesitaba que muriera para renacer. Espero que hoy sea el primer día de mi vida.
Con esa esperanza caminó por la calle intentando calmar el torbellino de su cabeza, ver ese vacío en sus ojos le había dado fuerza, María iba con el abrigo abierto, su cabeza ocupada en revivir todos los momentos que habían pasado juntos, no se percataba del frio, pensaba si todo fue un sueño, si había vivido una mentira… si todo había sido falso. Revivía los momentos y se sentía estúpida, ¿cómo no había visto tantas señales? , ¿cómo no se había dado cuenta?..... En el fondo lo sabía pero pensaba que su amor podía perdonar y consentir cualquier cosa con la esperanza del futuro, de un futuro en común, pero él no quería pagar el precio de la fidelidad, de la sinceridad, del respeto. Sus ojos no veían, las lágrimas hacia ya rato que habían asomado y casi caminaba por intuición. Ese coraje que le dio el verlo se iba deshaciendo poco a poco y sabia que pronto no quedaría nada, ya empezaban a aparecer falsos consuelos, se decía que se daría cuenta de lo que perdía y volvería, entonces ella se haría la fuerte…soñaba con imposibles, eso no iba a ocurrir, sus ojos se lo habían dicho, le habían dicho “nena…no te enfades, si no es para tanto, podemos ser amigos, sabias que esto podía ocurrir, soy libre”….tantas cosas en tan poco tiempo que ni siquiera el consuelo de pensar que había sido parte de su vida tenía sentido.
En lo más profundo de su ser reconocía que lo ocurrido era lo mejor, había tomado un camino que no llevaba a ninguna parte, él no era un acompañante, era un lastre, ella lo amaba pero sabía que él no entendía el amor de la misma manera, intentaba odiarlo, pero su sentimiento de amor aún estaba presente. Caminó sin rumbo, en casa encontraría solo recuerdos, soledad.
Cuando llegó a casa era tarde, al entrar sintió frio, pese a la calefacción que luchaba por derretir las paredes, era un frio intenso, no estaba en el ambiente, estaba en su interior, sin saber porqué se vio haciendo una bolsa de viaje, metía cosas mecánicamente, sin pensar. Cuando se cansó, no sabía a ciencia cierta lo que había metido porque su mente tan pronto estaba lejos, como en un relámpago volvía a esa casa vacía y fría, cogió las llaves del coche y salió dando un portazo, bajó alocadamente las escaleras, era un séptimo piso pero no podía esperar el ascensor, cada segundo quemaba. Al salir a la calle su cabeza solo decía “donde está el coche, donde está….” mientras daba frenéticamente al mando de las llaves.
Vio un destello en la esquina y se encaminó hacia él, abrió la puerta y lanzó la bolsa aún abierta dejándose caer en el asiento, secó las lágrimas que no habían dejado de brotar de sus ojos y encendió el motor, gracias a Dios era el primero y al arrancar no tuvo que hacer maniobras porque, pese a secarse los ojos con el dorso de las manos, la visión no era clara, las calles seguían vacías, quizá no lo estuvieran pero a ella se lo parecian, las veia distintas, frias, oscuras. Calles por las que hacía pocos días había paseado sola o en compañía, caminando hacia el trabajo o de vuelta a casa, calles que entonces le parecían pequeñas, sencillas, alegres… Cómo cambia la perspectiva cuando todo carece de sentido, de futuro.
La calefacción del coche empezaba a calentarle, no se había quitado el abrigo pero no quería parar, el coche, como si tuviera vida propia, ya entraba en la autopista, siguió conduciendo mientras las líneas del asfalto, con su constante y monótono transcurrir, le iban dando una calma que en la batalla contra sus recuerdos y dolores parecía ir venciendo, encendió el equipo de música y el Cd que estaba puesto empezó a sonar, se quedó mirando al aparato y apretó el botón de expulsión, cuando este salió, con mucha tranquilidad lo cogió mientras bajaba la ventanilla y en un movimiento rápido, como si le quemara en los dedos, lo lanzó al asfalto…..era el maldito Joey Ramone, el disco preferido de él, hasta en eso había tenido que tragar…..y la rabia que hasta entonces había estado callada le invadió como una oleada.
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