Preguntas.
>> sábado, 4 de septiembre de 2010
No se por qué, para los dolores más profundos no hay calmantes, no se por qué no hay tiritas para el alma ni por qué el cura-sana…, que nunca funcionó para golpes ni heridas, tampoco lo hace aquí. No se por qué un sonido, una mirada, un minuto, un olor, un destello, una sensación, por débil y peregrina que sea, hace que ese dolor profundo y lacerante despierte. No se por qué las farmacéuticas no hacen aspirinas para el alma…ni somníferos para el recuerdo. No se por qué la noche alienta a estas criaturas a invadir nuestras mentes, ni por qué el reloj se alía con ellas y su tic tac se ralentiza hasta el punto de transcurrir una vida entre uno y otro.
…No se por qué sólo el norte calma, aplaca, apaga y adormece este dolor, no se por qué conforme los arcenes y el paisaje van cambiando del amarillo al verde, mi alma va cambiando del negro al plata y a la llegada se funde con la espuma del mar, de ese cantábrico salvaje que me enamora...
