Sonrisas tras el mostrador.
>> martes, 11 de noviembre de 2008
Me encantan las personas, me encanta hablar con cualquier persona y quizá por eso escogí mi profesión, tengo un comercio y creo que es el trabajo más bonito del mundo. La verdad que tiene sus momentos y por mi tienda ha pasado de todo, bueno y malo. En la rama divertida, desde tener que grabar una alianza con “Te quiero una hartá” y la fecha de la boda, hasta oír que tienen los “óvulos” gordos y no le caben los pendientes. Sin duda lo que recuerdo siempre con una sonrisa, es una chica que vino a que le grabara una pulsera para su novio, me dijo que detrás quería poner la fecha y delante “IRAEL”, me quede un poquito sorprendido ya que ese nombre no me sonaba y le comenté, será Israel, a lo que ella me responde, sí, pero se escribe “Irael”. No es que no quisiera grabárselo, sino que una vez grabado, no es como el lapicero, ya no se borra por eso le dije: mejor lo consultas bien no sea que estés equivocada, me llamas y grabo lo que me digas. Cuando sale la chica se queda otra clienta, esta ya más mayor y sin esperarlo me suelta: “a ejta, le pasa como a mí, que tuve un chico y le quise llamar Ojcar, pero como no se decir Ojcar le puse David”.
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